lunes, 13 de agosto de 2012

Por autovía no les viene nada


Venía hoy por la AP-7 desde Burriana hacia Tarragona (sentido norte, para quienes no conozcan las dos metrópolis) cuando, como cada vez, me he vuelto a indignar y he decidido al fin denunciarlo, aunque sólo sea por aquí.

Tengo por costumbre, cuando cubro ese trayecto, tomar la salida en L’Hospitalet de l’Infant y a partir de ahí continuar la marcha hasta Tarragona por la nueva autovía A-7 (sí, pocas y en breves tramos, pero las autovías gratuitas también existen por aquí). De ese modo, sin renunciar a conducir por una vía rápida de dos carriles por sentido, te ahorras lo que cuesta el peaje de la autopista de los últimos 30 kilómetros. Uno de esos trucos que algún familiar, o ese amigo espabilado que todos tenemos, nos cuenta poco después de que esté disponible y que uno incorpora de inmediato a su catálogo de costumbres.

Lo indignante del caso, y la fotografía lo demuestra (no sé cuándo la tomaron los del Google Maps, pero doy fe de que hoy el cartel decía lo mismo), es que sólo los que conocemos ese “truco” podemos disfrutarlo, porque la señalización de la autopista en ningún momento advierte al conductor de que en esa salida, la 38, la de L’Hospitalet, entre otros destinos y carreteras, puede encontrar un enlace directo con la A-7. Ni la menciona. Ni en el cartel de la foto, ni en ninguno de los anteriores que anuncian la salida.

El cartel de la salida 38. Ni rastro de la A-7.
No hablo ya, y sería lo justo, lo eficiente, lo propio de una infraestructura con supuesta vocación de servicio público en un país del Primer Mundo, de que en esos carteles se expusiera bien claro que desde ahí hay autovía gratuita hasta Tarragona. Es que ni siquiera aparece telegráficamente el símbolo A-7 en blanco sobre fondo azul, lo mínimo para que conste que por ahí pasa una autovía. Y repito: no es que la autovía esté a unos pocos kilómetros. Es que tal como uno sale de la AP-7 desemboca en la rotonda de acceso a la A-7. Directamente. Es lo primero que te encuentras. Dejo el mapa para que quede claro. Pues no. En el cartel, como si no existiera. Y así lleva más de un año.

La evidencia es tal, la omisión es tan manifiesta, tan aberrante, tan llamativa, que sólo puede achacarse a la mala fe, al deseo de ocultar información para ganar unos cuantos euros más, por si los que ya se embolsan fuesen pocos. Desconozco si la concesión por la que los poderes públicos autorizan a empresas privadas a gestionar autopistas las obliga a ofrecer unos mínimos de información veraz y útil en los carteles, o les permite informar de lo que consideren y como les apetezca.

Es más: desconozco si la señalización es competencia de la concesionaria (y ahí sí, mi guerra sería con Abertis) o de la administración propietaria de la infraestructura (lo cual sería aún más grave, porque insinuaría una cierta conexión de intereses que sólo de escribirla me empieza a oler mal el teclado). Pero sea cosa de uno u otro, hay ahí alguien faltando a su deber bien por una premeditación interesada y nauseabunda; bien por unos niveles de incompetencia que me cuesta creer que en verdad existan, incluso en España.

Y ahí, en la vaguedad de la frontera, en la indefinición de competencias, se sigue escondiendo y protegiendo una injusticia. Por eso, más de un año después, el conductor sólo puede ahorrarse los 30 últimos kilómetros de autopista si sabe de antemano que en esa salida encontrará la A-7. Y mientras, alguien sigue cobrando. Y luego les sorprenderá el día que todo esto explote…

No hay comentarios:

Publicar un comentario