jueves, 26 de julio de 2012

El morro de sus señorías

Ahora que estamos en tiempos de recortes y sacrificios; ahora que quien más quien menos o está en paro, o teme estarlo pronto, o tiene a media docena de amigos en él; resultan especialmente obscenas algunas barbaridades que en tiempos de bonanza quizás pasaron inadvertidas –aunque ya entonces eran simples estafas a la sociedad- pero que ahora son literales atracos legalizados.

Ya hablé en artículos anteriores de lo indignantes que me parecían los derroches, incluso cuando éstos, más que en la mala fe, se habían inspirado en la incompetencia o los aires de grandeza de pueblerinos que un día se encontraron de rebote con un sillón: dispendios multimillonarios en infraestructuras sobrantes, eventos sobredimensionados, asesores incapaces y demás…

domingo, 8 de julio de 2012

Aquella mañana de trámites...

Como coincidimos en nuestros días libres la barbaridad de una o dos veces al mes, estamos aburridos de planes convencionales y esta mañana mi señora y un servidor hemos optado por echarle picante y romanticismo al viernes: nuestro plan ha sido ir a cambiar de nombre el coche de segunda mano que compramos hace un mes.

La Jefatura Provincial de Tráfico en Tarragona.
Foto: Google Street View
Conste que somos personas preparadas y ya íbamos con todo hecho con antelación. O eso pensábamos. Habíamos impreso y cumplimentado en su día todos los documentos necesarios: el que tiene que rellenar el vendedor, el que tiene que rellenar el comprador (en este caso ella, que el coche va a su nombre, así en plan familia moderna), la fotocopia del DNI de no sé cuántas personas… Y la documentación del coche, claro: el permiso de circulación, la tarjeta de inspección técnica, el recibo del último impuesto de vehículos y diría que también una de las alfombrillas delanteras.